Antes de echar a andar por el azaroso camino de los modelos de guitarra, de pastillas, de ajustes, de amplis y pedales, etc. debemos tener claro nuestro destino: a dónde queremos llegar. Cuál es el sonido en nuestra cabeza, cómo suena nuestro instrumento soñado cuando fantaseamos tocar ante una asombrada multitud en las horas más aburridas en nuestro puesto de trabajo…
Fijar esto, de una forma realista, no es nada fácil, porque sucede que nuestro gusto, con el tiempo, va cambiando y además que nuestro oído, con el paso de los años también se va refinando, las modas cambian…
Pues sí, las modas. Aunque parezca extraño, solo hay que echar la vista atrás al sonido de los guitarristas por décadas: cómo sonaban The Beatles en los 60 hasta que llegó Hendrix… después Van Halen a finales de los 70 con el “Brown Sound”… más tarde Steve Vai con su “Alien Guitar Sound” y ese sonido de guitarra súper procesado e impecable que marcó los 90… y ahora en el siglo XXI, la tendencia es de nuevo el sonido vintage, aquel de Hendrix, Blackmore o Page, incluso grupos garage de los 60, pero un poquito modernizado. Muchos guitarristas han cambiado sus carísimos y sofisticados armarios de racks que más se parecían a los ordenadores de la NASA que a procesadores de guitarra, por amplis (carísimos también) hechos a la antigua usanza (componentes soldados punto a punto, sin PCB) y unos pocos pedales muy finolis.
Obviamente estoy generalizando bastante y centrándome en un estilo de música concreto pero si te fijas en cada estilo (grunge, punk, garage, metal…) puedes ver pautas de esas modas a lo largo del tiempo.
Es por esto que resulta tan difícil tener claro el sonido en tu cabeza, o al menos, mantenerlo durante el tiempo suficiente. Pero es absolutamente fundamental fijarnos un objetivo, un destino lo más concreto posible para evitar vagar dando tumbos y gastando dinero, tiempo y sobre todo frustraciones en cosas que bien, no necesitamos o bien, no son lo que esperábamos.
El elemento esencial y común para todo buen tono de guitarra, independientemente de los gustos musicales, es una buena técnica. Cuanto más limpia y precisa sea tu ejecución mayor facilidad tendrás para exprimirle tu tono personal a tu instrumento. Un buen equipo ayuda mucho a tener un gran tono, pero si tu técnica no es muy depurada el resultado nunca será el deseado. Estoy harto de ver en Youtube reviews de guitarrones y amplificadores que valen pequeñas fortunas por tipos que tocan tan mal que el equipo en cuestión me causa muy mala impresión. Supongo que habréis oído en más de una ocasión que el 80% del tono de un guitarrista procede de sus dedos, ¿verdad? Yo no podría estar más de acuerdo.
Podéis ver al siempre alucinante Paul Gilbert en videos como el “Get Out Of My Yard”, tocando con guitarras Ibanez de todas las épocas y todas las gamas de precio, y sonando fenomenal con todas ellas. Es posible que esas guitarras estén modificadas, pero se nota que a este tipo le da igual tocar con un guitarrón que con una escoba. Es un maestro y la magia mana de él.
Como era de esperar, os voy a hablar de mi sonido (para eso es mi blog!!) y como llegué al equipo y los ajustes con los que ahora mismo estoy satisfecho (quién sabe pasado mañana, oiga). Los gustos e influencias de cada músico son diferentes, está claro, pero espero ayudaros, a través de mi propia experiencia a que cada uno llegue a tener claro qué es lo que quiere y tratar de conseguirlo evitando, en la medida de lo posible, caer en algunos errores en los que ya he caído yo previamente, jeje…
EL SONIDO EN MI CABEZA
Nuestro sonido favorito procede de nuestros ídolos. No pasa nada, hay que reconocerlo sin complejos. Probablemente Ritchie Blackmore no se hubiese pillado una Strato si la imagen del todopoderoso Hendrix no le hubiese rondado por la cabeza durante un tiempo… Y hablando de Blackmore, no hay que ser un lince para saber a qué orondo y exagerado guitarrista sueco le que quitaba el sueño…
Para ahorraros la aburrida historia de mi vida, de la cantidad de tonterías que he soltado por esta boca y de las que me ha tocado arrepentirme más tarde, y de cómo llegué a la conclusión del que es el sonido en mi cabeza os resumiré que ahora mismo mi sonido favorito es el de Stratocaster. Lo tengo claro después de tantos años. Es el que me pone los pelos de punta y se me agarra al estómago cuando lo escucho. Los primeros discos de Blackmore con su Strato, Stevie Ray Vaughan, Hendrix, Gilmour… pero también Andy Timmons y Scott Hendersson. Me parece que las pastillas single tienen mucha más personalidad que las humbucker con ese “twang”. Estas son mis razones, aunque por otro lado está el sólido sonido de las pastillas dobles, con esas rítmicas potentes y que tanto ayuda cuando ejecutas técnicas más modernas… Qué disyuntiva, ¿no? Afortunadamente existen soluciones de compromiso que abarcan más o menos estos dos sonidos tan diferentes en una sola guitarra y hay que buscar la que mejor se adapte a nuestro gusto y preferencias.
Podría decir que, para mí, el mejor tono de guitarra que he escuchado últimamente es el de Guthrie Govan en el disco “Guthrie Govan & The Fellowship: The Basement Club Band”. Contiene una amalgama de estos dos tipos de sonidos y además una crudeza que me encanta. Por ahí quiero que vayan los tiros. El sonido en mi cabeza se va perfilando y ahora hay que investigar de qué modo conseguirlo…
OUTRO??
Para acabar todo este rollazo me gustaría aclarar que, según mi propia experiencia, tratar de copiar el tono de nuestros ídolos suele ser una búsqueda bastante infructuosa. Recordemos siempre que la mayor parte del tono de un guitarrista está en sus dedos, y no me refiero solo a la proporción exacta de carne y huesos, si no a la presión que ejercen sus dedos sobre las cuerdas, el tiempo que permanecen presionándolas, la manera de añadir vibrato y las miles de variables que suceden en microsegundos y que hacen que un guitarrista suene con las mismas 7 notas diferente a otro. Steve Vai reconoció una vez en una entrevista que en una ocasión tuvo la oportunidad de tocar una de las guitarras fetiches para él, la Red Special de Brian May, pero que cuando se puso a tocarla, la guitarra sonaba como cualquiera de las suyas…
Creo que es mucho más sano mentalmente tratar de conseguir tu propio sonido, inevitablemente producto de los tonos que has escuchado durante años a tus ídolos, y no tratar de copiar. Y aunque puedan parecer una “apuesta segura”, tratar de huir de los equipos “signature”… aunque como técnica de marketing sea un lucrativo inventazo para los fabricantes (Satriani y Vai son los mejores comerciales de Ibanez), la mayoría de las veces no suelen dar el resultado esperado, ya que nos dejamos llevar más por la lógica de: si a fulanito le funciona, a mí me debe funcionar también al menos la mitad de bien. Los modelos signature están hechos para guitarristas concretos con preferencias muy concretas que muy pocas veces coincidirán con las nuestras. Debemos guiarnos por nuestros propios oídos, probar todo lo que podamos y ser muy críticos en el momento de la prueba. Si te vale a medias o hay algo que no te termina de cuajar, no te lo lleves, sigue buscando porque probablemente te termines deshaciendo de ello más ponto que tarde y entrando en la infinita rueda de la compra-venta de equipo.
Ahora mismo no estoy tan al tanto del mercado de segunda mano, pero recuerdo hace un par de años que los tablones de compra venta estaban a reventar de gente que se deshacía de amplis Mesa Boogie Rectifier. No cabe duda de la calidad de Mesa, pero es un ejemplo de cómo un montón de gente compra un equipo que es una “apuesta segura” porque lo usan fulanito o benganito y además es una marca de calidad y al tiempo se dan cuenta que no es lo que realmente buscaban.
Es lo que ocurre cuando compras por “lógica”, y no por oído y criterio. Lo que le funciona a uno, por muy de calidad que sea, no tiene por qué ser necesariamente lo que le funcione a otro y esto es algo que debemos tener muy presente a la hora de añadir las piezas a nuestro equipo que conformarán nuestro sonido final.