El origen
El gran Terry Pratchett usaba en algunos de sus libros un concepto al que se refería como la “pernera del pantalón del tiempo”. La vida transcurre por su cauce y, de repente, una pequeña decisión en un momento tonto, desemboca en algo totalmente inesperado, un universo paralelo.
No puedo empezar a hablar de Doppelgänger #6 Sin antes hablar de Doppelgänger #1 y más concretamente de su dueño, Kar.
Nuestra historia comenzó una plomiza mañana de 2016 en Hanoi. En ese momento, lo de construir guitarras ni siquiera era un sueño. Mi propia Doppelgänger, Irina MJP, y yo teníamos que coger una cochambrosa furgoneta rumbo a HaLong Bay. Estábamos de un humor de perros ya que no habíamos conseguido desayunar. Todo el mundo sabe que el desayuno es la comida más importante del día. Esos entrañables pero duros de pelar vietnamitas nos habían pedido 5$ por un mango. Birrioso, además. Daba pena verlo. Si de algo entendemos en España, sin duda, es de timadores. Como ellos no se bajaban de la burra y nosotros no cedimos al chantaje, finalmente nos montamos en esa furgoneta llena de gringos con nuestros estómagos vacíos. No era la primera vez. Aún quedaban algunos asientos vacíos y aunque en un principio íbamos a plantar nuestros culitos blancos junto a unos guiris aún más blancos, rubios, pelirojos y con muchas pecas, terminamos sentándonos junto a una parejita adorable. Pequeñitos, guapos, bien vestidos y muy formalitos. Ahí estaban Kar y Rita. Daba gusto verlos comparados con nuestras pintas de yonkis mochileros. Eran esa clase de gente a la que abrazarías según la ves… pese a que, dadas las circunstancias de ayuno involuntario, los hubiésemos matado al igual que al resto de pasajeros a cambio de una tostada con mantequilla. Y un café.
No nos dimos cuenta en el momento, pero fue en ese punto donde nos estábamos deslizando por la otra pernera del pantalón del tiempo. Si hubiésemos elegido los asientos originales, probablemente hubiésemos proseguido nuestro viaje como hasta ese momento, habríamos mantenido la quincuagésima misma anodina conversación de viajes (que es de lo que se habla en estos lugares y situaciones casi en exclusividad) y no estaría escribiendo sobre esta guitarra.
Tres años más tarde, durante mi visita a Ferrol para entregarle a Kar su Doppelgänger #1 recién horneada, me encontraba tomando una cerveza con uno de sus mejores amigos y miembro fundador de CGTH Records en la sala Super 8, contándole esta misma historia. Recuerdo que él me dijo: fíjate, la cantidad de experiencias, oportunidades y gente maravillosa que has sacado a raíz de ese encuentro. No le faltaba ni un gramo de razón.
Estas palabras me hicieron reflexionar y pensar en Terry Pratchett y su admirable forma de poner palabras sencillas a conceptos complejos. Otra cosa más me dijo aquella noche: “Me gustaría encargarte una guitarra en un futuro no muy lejano. Algún día te contaré la historia de mi vida. Creo que me la merezco.”
Óscar, ese gentil hombre, guitarrista de Bule, Less Fortunate Songs y Weather Underground, con mirada de asesino, corazón de osito de peluche y una sonrisa que podría iluminar un continente de tamaño razonable, aún no me ha contado la historia de su vida. Queda pendiente. No obstante, me encargó la que sería Doppelganger #6.
Tenía clara la forma de la guitarra de sus sueños: una Telecaster Custom 72, color Surf Green y golpeador en negro. El resto, a mi discreción.
Manos a la obra
El cuerpo
Para este proyecto tenía guardado desde hacía tiempo un precioso tablero de dos piezas de fresno del pantano. La veta, realmente espectacular.
Seguimos el proceso habitual que he comentado otras veces: cortamos el cuerpo con la sierra de banda y repasamos los contornos con la plantilla y la fresadora.
Para este proyecto, cambié mi antigua fresadora por una nueva, más manejable, potente y estable. Lástima que cuando estaba vaciando el hueco del neck pocket, no apreté lo suficiente el ajuste de profundidad. En pleno proceso, probablemente debido a la vibración del trabajo, este se aflojó del todo y la fresa cortó a más profundidad de la que debía. El cuerpo quedó completamente arruinado.
Estas cosas, a veces, ocurren. No somos infalibles. Es una pena, por todo el trabajo invertido y la belleza de la madera que se pierde, pero no es la clase de fallo que te puedas permitir en un instrumento de encargo. Sirvan estas pocas fotos como homenaje al cuerpo que pudo ser y nunca fue :_(
Vuelta a empezar
Conseguimos un segundo tablero, que, aunque su veta no era tan espectacular, era también muy bonito.
Una vez cortado el contorno y el neck pocket con éxito, pasamos a hacer el vaciado de los huecos para la electrónica. Nos valemos de un golpeador de Tele Custom 72 para fabricarnos una plantilla con una plancha de DM.
Teniendo ya las referencias de los huecos del mástil y la pastilla de puente, cuadramos la plantilla sobre nuestro cuerpo y comenzamos el vaciado.
Suavizamos los cantos de los huecos de la electrónica. Con una broca larga abrimos los pasos para los cables. Tras una buena lijada con granos 220, 320 y 400, ya está listo.
El mástil
Una vez más, por su calidad y medidas, volvimos a elegir un delicioso mástil Hosco con perfil C, radio 9,5” y 21 trastes medium jumbo. Lo atornillamos al cuerpo y nos aseguramos de que la unión va muy ajustada. Se sujeta sin siquiera poner los tornillos.
Como hacemos con todos los mástiles que instalamos en las Doppelgänger, comprobamos el nivelado de trastes, por si hubiese que retocar alguno. Limamos y redondeamos los extremos de estos también, además de pulirlos. Esto nos asegura la acción más baja posible sin trasteos, bendings que deslizan de maravilla y que los bordes del mástil sean suaves sin picos afilados.
La Tele 72 Custom utilizaba los clavijeros tipo F, típico de las Fender de la década de los 70. A diferencia de los Kluson usados en los 50 y 60, los orificios de estos son un poco más anchos, así que hay que agrandar los que vienen ya perforados en el mástil para acomodarlos.
Nos encontramos también con el problema de que la distancia entre ellos no es correcta y algunos se montan en otros. Esto nos obliga a rebajar los extremos del chasis para ajustarlos a la perfección.
Lo lacamos con nitrocelulosa como de costumbre. Tras diez días de curación, podemos pulirlo y quedaría listo para ser instalado.
Pintando el cuerpo
Como he comentado antes, el acabado elegido es Surf Green en nitrocelulosa brillo.
Ya hemos hablado antes del proceso de pintura. Primero aplicamos un grain filler para tapar los poros del fresno.
Necesitamos un par de manos hasta asegurarnos de que el sellado sea correcto. Es fundamental realizar bien este paso si queremos conseguir una capa de laca fina.
Una vez listo, pasamos a aplicar la imprimación.
Fijaos que tapamos todos los huecos que no se ven con cinta y papel. Como fieles creyentes de los consejos de Eric Johnson, solo aplicamos laca en los lugares estrictamente necesarios. Menos aún en el neck pocket y en la parte del mástil que encaja en él.
Tras varias capas de imprimación ya podemos aplicar el color. Sin olvidarnos de lijar entre manos.
Cuando el color quede perfecto, lo sellamos con laca transparente nitro brillo. Unas pocas capas más, nivelando entre ellas con lija y un mes de curación.
Pulido a mano, como de costumbre.
Marcamos el neck pocket, para que su dueño no la confunda 😉
Electrónica
Aunque ya he comentado en otras ocasiones que soy reacio a apantallar las guitarras por la inevitable pérdida de frecuencias que se produce, en este caso se hacía necesario. Óscar en sus grupos utiliza una cantidad de distorsión donde el ruido de fondo captado por la single coil del puente puede resultar realmente molesto. Decidimos que los beneficios superarían a los perjuicios.
Apantallamos con cinta adhesiva de cobre.
En el apartado pastillas, nos costó un poco decidir. La Telecaster Custom 72 se caracteriza por la Wide Range en la posición de mástil. Esta fue una de tantas intentonas de Fender de competir con Gibson en los 70. Incluso se contrató a Seth Lover, el inventor de la PAF, para que desarrollase el fonocaptor. Las pastillas tenían un tono muy particular, bastante alejado de las clásicas humbucker de las Les Paul o las SG. Se cree que gran parte de ese mojo residía en el uso de sus inusuales imanes. CuNiFe (cobre, níquel y hierro) como contraposición de los AlNiCo (aluminio, níquel y cobalto) de toda la vida.
Las actuales reproducciones que montan las reediciones de hoy en día están fabricadas con AlNiCo, ya que es casi imposible encontrar los imanes originales. Hay quien aún las fabrica, cuando se localizan imanes de la época. Como imaginareis, son tiradas muy limitadas y se piden absolutos disparates por cada pastilla. Aun así, nos parecía que montar una humbucker normal con apariencia de Wide Range no tenía ninguna gracia.
Así que decidimos consultar al gurú de las pastillas bobinadas a mano en España, Jess Loureiro. Aquí podéis encontrar su opinión al respecto. A nosotros nos convenció y decidimos dar una oportunidad a su set.
Las pastillas, en la mano, tienen una pinta increíble. Derrochan calidad nada más sacarlas de la caja. Además, tuvimos la suerte de adquirirlas antes de la subida de precios que hizo a sus productos.
Así que montamos el golpeador con componentes de una calidad extraordinaria. Potenciómentros CTS, condensadores Orange Drop, circuito treble bleed, conmutador y conector jack Switchcraft, todo ello cableado con hilo con funda de algodón vintage.
Ensamblado final y últimos retoques
Con todas las piezas preparadas por separado, ya podemos ensamblarla y ajustarla. La cejuela, como de costumbre, la tallaremos en hueso y pondremos los típicos botones vintage de Fender de la correa.
¡Terminada!
El resultado final habla por sí solo.
Como podéis ver, el resultado ha sido espectacular. Una guitarra con un mástil muy cómodo y agradable, estable en afinación y muy versátil gracias a su combinación de pastillas y controles independientes de volumen y tono. Una variación muy interesante de Telecaster que hace de ella una herramienta muy adecuada para grupos como Bule o incluso Less Fortunate Songs.
En las siguientes fotos junto con sus primas Doppelgänger #3 y #5 antes de partir hacia tierras ferrolanas.
Si bien al principio pensé que era una pena cubrir una veta tan bonita con un acabado sólido, me doy cuenta de que siendo la nitrocelulosa tan delicada como es, no tardará en dejarse ver a través del desgaste natural. A día de hoy, ya está siendo extensamente usada tanto en los directos de Bule, como en la grabación del próximo disco. Y ya empieza a tener alguna que otra marca de guerra.
Parece que, al fin y al cabo, haber perdido el desayuno aquella mañana de octubre en Vietnam, tal y como me dijo Óscar aquella vez, solo me ha traído cosas y personas maravillosas. Finalmente y contra todo pronóstico, nos estábamos deslizando por la pernera de los pantalones del tiempo adecuada.
¡¡Increible!! Soy fan de las Telecaster 72 y esta es preciosa
¡Enhorabuena!
Preciosaaaaa!!!
Gracias!!! 🙂
amigo me podrias orientar acerca de pinturas para guitarra? quiero pintar un par de las mias pero con pintura de automovil, eso es bueno? hay algo mejor en cuanto a calidad?
Hola! Claro, en esta web puedes encontrar 3 artículos donde detallo el proceso de pintura de un instrumento y el tipo de materiales más adecuado. Como spoiler te diré que sí, hay productos más adecuados que la pintura para coche. Saludos!
Javi
Espectacular!!!!!
Cuando nos deslumbras ahora con una gibson????
Saludos
Fantásticas!
Admiro una creación como ésta.
Eres un artista.
Muchas gracias! El resultado ha sido muy bueno, un guitarrón muy sólido!
Saludos!
Javi